Yo no sé usted, pero a mí se me revuelve el estómago cada vez que leo noticias sobre nuestros compatriotas en Estados Unidos que están a punto de quedarse sin TPS. Miles de hondureños que durante años se han ganado la vida allá, trabajando honradamente, hoy enfrentan la amenaza de ser deportados. ¿Y a dónde los van a mandar? ¿A este país donde no hay ni seguridad, ni empleo, ni esperanza?

Lo digo claro: Honduras no está lista para recibir a esa gente como se merece. Y eso es culpa de los gobiernos que por décadas nos han robado el futuro.

Mientras los políticos se pelean en el Congreso y se reparten los negocios bajo la mesa, el pueblo tiene que rifarsela cruzando fronteras, dejando familia, hijos, todo… solo por una oportunidad de ganarse la vida. ¿Y qué pasa cuando esa oportunidad se termina? Vuelven a un país que los ignora, que no tiene nada para ofrecerles.

Pero yo no vine a llorar sobre la leche derramada. Vine a proponer soluciones reales:
• Acuerdos comerciales directos con Estados Unidos.
• Reinserción laboral para retornados.
• Apoyar al pequeño y mediano negocio.

Y sí, lo vuelvo a decir sin miedo: convirtámonos en un Estado Libre Asociado, como Puerto Rico.

Así el hondureño cobra en dólares, tiene acceso a salud, educación, seguridad y una economía estable.

¿Es polémico? Tal vez.
¿Es lo que necesitamos? Sin duda.

Porque lo que está en juego es el pan de cada día. Es la dignidad de miles que no deberían estar mendigando en tierras ajenas, ni regresando a un país que no los espera con nada.

Si usted también está harto de que siempre gane el mismo y el pobre siempre pierda… acompáñeme. Porque Honduras no se arregla con discursos. Se arregla con valor, con decisiones y con un gobierno que de verdad le responda al pueblo.