Hoy los gringos celebran su independencia. Y yo los felicito. Porque supieron construir un país donde las leyes se respetan, donde el que trabaja progresa, y donde —aunque no es perfecto— la corrupción no se celebra como si fuera una medalla.

Y sí, aprovecho este día para volver a decirlo sin pelos en la lengua: yo propongo que Honduras se convierta en un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos. No es locura. Es sentido común. Es dignidad.

¿Sabe qué significa eso? Que podamos tener un acuerdo formal con ellos, como lo tiene Puerto Rico. Que un hondureño pueda tener ciudadanía estadounidense, trabajar legalmente, recibir inversión, tener salud, educación y seguridad real… sin tener que cruzar el río, sin que lo humillen en otro país. Aquí, en nuestra tierra, sin tener que huir para ganarse la vida.

Me van a seguir llamando traidor. Pues que lo hagan. Pero traidor es el que se roba las lempiras que tienen que ir a las escuelas, a los hospitales, el que negocia con narcos mientras habla de soberanía. Yo no soy traidor, ni estoy loco. Yo me rebelé contra el abandono.

Mientras los mismos de siempre levantan banderas para celebrar su libertad, los hondureños no gozan de la misma fortuna. ¿Libertad? Primero tiene que haber comida en la mesa, trabajo, salud…no hay libertad, sin vida digna. Y si para tenerla significa asociarnos con una potencia que sí respeta al ciudadano, pues lo hacemos. Porque ya estuvo bueno de sobrevivir con migajas.

Honduras no tiene que ser un país pobre. Nos han hecho pobres.

Por eso no tengo miedo de decirlo; si para salir adelante hay que unirnos a quien sí sabe cómo se gobierna con orden y oportunidades, entonces unámonos a lo que funciona. Unámonos a los gringos.

Hoy, 4 de julio, les deseo feliz independencia a ellos. Y a nosotros, nos deseo algo más importante:
el coraje para construir la nuestra. A nuestra manera. A lo Chano.

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