En los mercados no hay maquillaje. Ahí se huele el hambre, la rabia y la esperanza con la misma fuerza. Y ahí estoy yo. No en la tele, no en TikTok, no escondido en una oficina. Estoy donde el país lucha cada día por sobrevivir.
Huele mal ver niños husmeando la basura por un pedazo de pan; huele peor saber que el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) calculó que nos roban más de 77 mil millones de lempiras al año.
Mientras el Consejo Nacional Electoral sigue sin arrancar la licitación del sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), las dudas crecen y la calle hierve.
Miles de hondureños que durante años se han ganado la vida allá, trabajando honradamente, hoy enfrentan la amenaza de ser deportados. ¿Y a dónde los van a mandar? ¿A este país donde no hay ni seguridad, ni empleo, ni esperanza?
Hoy los gringos celebran su independencia y aprovecho este día para volver a decirlo sin pelos en la lengua: yo propongo que Honduras se convierta en un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos. No es locura. Es sentido común. Es dignidad.
Un Estado Libre Asociado nos permitiría tener un acuerdo directo con Estados Unidos, como Puerto Rico. Tener ciudadanía, inversiones, trabajo digno, comercio libre, salud, educación y seguridad real.
